La Guerra de Verano del 2015 fue un conflicto armado que tuvo lugar en Siria entre el gobierno del presidente Bashar al-Assad y los grupos rebeldes que intentaban derrocarlo. Esta guerra civil ya había comenzado en 2011, pero en 2015 la situación empeoró significativamente.
El conflicto fue especialmente intenso en las ciudades de Alepo, Homs y Damasco. En ellas se vivieron momentos de gran violencia y destrucción, con numerosos bombardeos y ataques terroristas. También se dieron enfrentamientos entre los distintos grupos rebeldes, que no siempre estaban unidos en sus objetivos.
La comunidad internacional se mostró preocupada por la situación en Siria y trató de mediar para poner fin a la guerra. Sin embargo, la complejidad del conflicto y la falta de unidad entre las potencias mundiales impidieron encontrar una solución pacífica. Además, la llegada del Estado Islámico a la región complicó aún más el panorama.
A pesar de todo, en 2015 se registraron algunos avances en la lucha contra el terrorismo. Tanto las fuerzas gubernamentales como los grupos rebeldes recibieron ayuda militar de distintos países y, gracias a ello, lograron ganar terreno sobre grupos extremistas como al-Nusra y el propio Estado Islámico.
La Guerra de Verano del 2015 dejó un elevado número de víctimas y una situación aún incierta en Siria. Años después, el conflicto sigue presente y se ha convertido en una de las crisis humanitarias más graves de la actualidad.
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